Las enfermedades hereditarias son aquellas que se transmiten de padres a hijos y cuyo origen es genético, por la presencia de alteraciones en las células de la línea germinal.
Las alteraciones genéticas que pueden causar una enfermedad hereditaria son diversas. Cuando la causa es la presencia de una variante patogénica en un determinado gen se denominan enfermedades hereditarias monogénicas. Se las llama también enfermedades mendelianas. En ellas, de forma general, la presencia de una determinada mutación en un solo gen es la responsable de que un individuo presente una enfermedad en concreto. Además, estas variantes patogénicas pueden ser transmitidas a la descendencia, por lo que, en estos casos, puede resultar muy útil e interesante conocer si se es portador de una determinada mutación para recibir el mejor asesoramiento y poder tomar las medidas necesarias a la hora de planificar tener descendencia.
Tipos de enfermedades hereditarias monogénicas
Las enfermedades hereditarias monogénicas, que son la mayoría enfermedades raras y poco frecuentes, se pueden clasificar según el tipo de herencia:
Enfermedades autosómicas recesivas:
Son aquellas que se manifiestan cuando se heredan dos copias del gen mutado, localizado en algún cromosoma no sexual. En estos casos, generalmente, los progenitores son portadores sanos y ambos transmiten la variante a su descendencia.
Una de las enfermedades de este tipo más conocidas es la fibrosis quística. Esta enfermedad es causada por la presencia de mutaciones en el gen CFTR y se caracteriza por la acumulación de secreciones espesas en pulmones, tubo digestivo y otras partes del cuerpo. Se trata de una de las enfermedades hereditaria monogénicas más frecuentes.
Enfermedades autosómicas dominantes:
Son aquellas que para su desarrollo es suficiente con la presencia de una copia del gen afectado, localizado en un cromosoma no sexual.
El síndrome de Ehlers-Danlos es un ejemplo de este tipo de enfermedades. Hay varios genes asociados a esta patología y, a pesar de que algunos casos son de herencia recesiva, la mayoría de ellos siguen un patrón dominante. Se originan por un defecto en la síntesis del colágeno y el cuadro clínico es muy heterogéneo.
Enfermedades recesivas ligadas al cromosoma X:
Son patologías vinculadas al cromosoma sexual X, y cuyo desarrollo puede depender de si el afectado es hombre o mujer. Los varones presentan una única copia de cromosoma X (XY) mientras que las mujeres poseen dos copias del mismo (XX). Por tanto, en los hombres, es suficiente con presentar una copia del gen mutado mientras que, en las mujeres, y de forma general, serían necesarias dos copias para padecer la enfermedad.
La hemofilia A es una enfermedad rara hemorrágica causada por la presencia de mutación en el gen F8, relacionado con la coagulación y localizado en el cromosoma X. Al ser de herencia recesiva, de forma habitual, las mujeres son portadoras sanas y la inmensa mayoría de los afectados son varones.
Enfermedades dominantes ligadas al cromosoma X:
En ellas, el gen afectado se encuentra en el cromosoma sexual X y es suficiente con una copia para desarrollar los síntomas. En este caso, si la afectada por la enfermedad y, por tanto, portadora de la mutación, es la madre, todos los hijos/as tendrán la misma probabilidad de heredar la variante, independientemente del sexo. Sin embargo, si el afectado es el padre, únicamente sus hijas heredarán el gen mutado porque es a ellas, únicamente, a las que pasa su cromosoma X.
Enfermedad ligada al cromosoma Y:
Enfermedades causadas por la presencia de alteraciones genéticas que se encuentra en el cromosoma Y, por lo que solamente serán varones los que puedan presentarlas.
Además de la información genética contenida en el núcleo celular (en los cromosomas) en la que se basa la anterior información, las células cuentan también con una pequeña proporción de ADN extranuclear que se encuentra localizado en las mitocondrias y que heredamos directamente de nuestras madres. Este ADN mitocondrial puede contener también defectos que lleven al desarrollo de determinadas patologías como, por ejemplo, la neuropatía óptica hereditaria de Leber.
Diagnóstico genético preimplantacional
Gracias al importante impulso y desarrollo de la investigación en biomedicina, la presencia de muchas alteraciones genéticas puede ser detectada con el diagnóstico genético preimplantacional (DGP). Esta técnica consiste en un estudio genético de los embriones para detectar dichas alteraciones genéticas después de la fecundación in vitro de los mismos. Con esto se puede permitir descartar aquellos que no cumplen determinadas características o contengan algún defecto genético, y transferir así al útero de la madre los embriones seleccionados.
Existen controversias sociales, éticas y jurídicas para aplicar estas técnicas a nivel global. Por lo que, por ahora, en España, Portugal y Reino Unido, entre algunos otros, está permitido el DGP, pero con unas condiciones específicas. En Francia está altamente restringido y, solamente, se puede aplicar en casos muy concretos. Y en Italia este procedimiento está, por el momento, prohibido.
Hay que destacar que, al ser un ámbito en constante evolución, se deberá consultar la legislación actualizada con los profesionales pertinentes en el momento que se desee aplicar esta técnica.
El DGP es siempre utilizado en casos excepcionales en los que existe riesgo fundado de enfermedad genética y, habitualmente, ya existe un diagnóstico o sospecha de alteración genética en los progenitores. Sin embargo, en la mayoría de las veces, los afectados por enfermedades hereditarias no disponen de historial familiar que permita beneficiarse de estas técnicas. Por esta razón, hay ocasiones en las que puede resultar útil que los progenitores recurran a determinados test genéticos como el de tellmeGen, que analiza gran cantidad de variantes patogénicas asociadas a diversas enfermedades hereditarias, y poder detectar así, si se es portador de alguna de las mutaciones analizadas.