Tantos años la sífilis con el apodo de la enfermedad “gran imitadora”, por su variedad de síntomas, para quedar ahora relegada a la gran imitadora de las enfermedades neurológicas. Vergüenza, dolor. Porque la celiaquía le ha arrebatado ese título con la misma compasión que muestra para la gente que padece la enfermedad. Ninguna.
Porque la celiaquía no es un problema digestivo con el gluten. No es como una intolerancia a la lactosa. No es que tomar una cerveza pueda darte diarrea.
Es comprensible que muchas veces se confunda y se clasifique con alergias e intolerancias alimentarias. Igual que ellas, ocurre en el tracto digestivo, es iniciada por alimentos específicos y tiene un componente hereditario. Sí, las alergias son hereditarias.
La celiaquía es una enfermedad sistémica, crónica, con fuerte predisposición genética por alelos específicos. Una enfermedad con fuerte componente genético y hereditario, con efectos multiorgánicos. La respuesta anormal al gluten por el sistema inmune puede originar anticuerpos autoinmunes que dañen cualquier órgano del cuerpo. De hecho, como la mayoría de las enfermedades autoinmunes, es 2-3 veces más frecuente en mujeres que en hombres.
Pero, ¿por qué su apodo? Porque los síntomas que la gente relaciona a la celiaquía son más una excepción que una norma: malabsorción, diarrea, malnutrición. Los problemas digestivos suelen ser leves y/o intermitentes, muchas veces unidos a síntomas no digestivos que el afectado no relaciona.
A nivel digestivo los síntomas son en realidad un abanico de posibilidades, a veces opuestos entre pacientes, como pérdida de peso en unos y obesidad en otros. En ocasiones el paciente parece asintomático porque se ha acostumbrado a vivir en malas condiciones crónicas, dándolas por la normalidad.
Fuera del aparato digestivo, tenemos: cansancio, dolor de cabeza, alteraciones neurológicas, debilidad ósea, problemas bucales, cutáneos, anemia, ferropenia (niveles bajos de hierro, que pueden causar anemia por sí mismos), procesos alérgicos… Casi podríamos terminar primero enumerando los síntomas que la celiaquía nunca ha causado.
Imitadora, genética, crónica y mundialmente popular
Es una enfermedad que puede aparecer a cualquier edad, y con una prevalencia del 1-2% de la población mundial.
“¿Y esa es mucha prevalencia, doctor?”
Lo es, lo es. Es la enfermedad alimenticia con mayor prevalencia en Occidente. En Europa se piensa que hay entre 3,5 y 4,5 millones de celiacos. Y se piensa que la mayoría de los celiacos ni siquiera son diagnosticados. Se piensa que el 83% de los afectados por esta enfermedad no lo saben.
“¿Y esos son muchos pacientes no informados correctamente?”
Oh dios mío, muchísimos. En la actualidad esta enfermedad no se puede descartar haciendo una única prueba. Lo que se une a que incluso cuando hay diagnóstico, esa persona ha pasado años conviviendo con la patología y yendo de médico en médico, incluyendo especialistas, con el consiguiente gasto en tiempo y dinero.
Además, tiene una distribución muy universal y homogénea, por lo que hay muy pocas características que ayuden a acotar la predisposición. En casi todas las partes del mundo se ha descrito una presencia de la patología similar.
Afortunadamente, el tratamiento es sencillo y al alcance de todos (en teoría): seguir una dieta completamente libre de gluten el resto de tu vida. Dije sencilla, no agradable. A mi padre le dices que no puede volver a comer pan y te pide la eutanasia directamente. Y cuanto antes se empiece la dieta, mejor, para recuperar el organismo de los daños ocasionados durante la época de ingesta de gluten.
Un problema es ese paréntesis que pone “en teoría”. En la práctica, esa dieta es más complicada que hacer ayuno intermitente trabajando en una panadería. Y no porque la gente decida que se encuentran bien y quieren probar esos cereales nuevos con forma de unicornio y extra de trigo, aunque gente así también existe. Los afectados suelen continuar ingiriendo muy bajas dosis de gluten de forma inadvertida, sobre todo por contaminaciones cruzadas. Puede haber contaminaciones en la preparación de alimentos, o el consumo de productos con gluten que el afectado desconoce que lo contienen, como algunos medicamentos. Comer fuera de casa es un deporte de riesgo para estas personas.
Adaptar tu dieta, de forma rápida, a estas nuevas condiciones no destaca por su sencillez precisamente. En esta situación, hablar con profesionales y realizar un test nutrigenético y análisis del metabolismo puede facilitar el proceso.
¿Qué causa esta enfermedad genética primigenia?
Muy primigenio, porque hay descripciones de la enfermedad que tienen 2.000 años. Es una combinación de tres factores: predisposición genética, gluten + factores adicionales y la respuesta del sistema inmune. Aunque realmente el villano de la historia no es el gluten, sino las gliadinas. Las gliadinas son la fracción soluble en alcohol que posee el gluten, y en ellas se encuentran la mayoría de los productos tóxicos.
Y estas moléculas son bastante traviesas. Para empezar, son resistentes a la degradación del aparatado digestivo, por lo que llegan al intestino en plenas capacidades. Para seguir, una de esas capacidades es aumentar la permeabilidad del intestino, lo que hace más fácil que penetren la barrera intestinal. Para terminar, llegan a la submucosa y desencadenan un proceso inflamatorio mediado por linfocitos CD4+. Se les conoce como linfocitos T4, linfocitos T colaboradores, aunque aquí colaboran en que te mueras.
También el sistema inmune innato participa del proceso. Los enterocitos, las células epiteliales del intestino, liberan moléculas que atraen linfocitos a la zona. A cambio de atraerlos, en los casos graves son recompensados con la muerte a manos de células NK. Sin embargo, en la mayoría de los casos la inflamación es leve y no se encuentran anticuerpos específicos en sangre, lo que la hace “invisible”.
De hecho, la enorme variedad de síntomas que hemos mencionado previamente es causada por:
- El daño en el intestino dificulta la absorción de nutrientes indispensables, cuya carencia se refleja en fallos en distintos órganos y tejidos.
- La actividad autoinmune.
Precisamente se aprovecha la actividad del sistema inmune para tratar de hacer diagnóstico. Realizando un análisis de sangre, se buscan anticuerpos contra el gluten que sirvan de marcadores serológicos. El frecuente, por su relación sencillez/velocidad/precio es el anticuerpo anti-transglutaminasa tisular del tipo 2. Sin embargo, su ausencia no elimina la posibilidad de la presencia de la patología. Simplemente, es el mejor método para usar primero.
Se realizan otras analíticas más completas, marcadores genéticos de celiaquía y biopsias duodenales. Las biopsias son la prueba de referencia y de mayor importancia. Sacarte un trozo de la parte superior del intestino da mucha información. Como esta enfermedad ha decidido que ser complicada le da un inmenso placer, los daños en el tejido no son uniformes, sino de manera parcheada, por lo que se recomienda tomar varias muestras.
Cuando todo falla, la técnica final de diagnóstico es que la persona realice una dieta libre de gluten durante 6-12 meses. A lo largo del tiempo se le hace un seguimiento, si mejora, el gluten era el responsable de los daños.
Los genes son tan responsables como el gluten
La celiaquía es una patología donde la genética tiene una fuerte participación. Podemos verlo en que hay una heredabilidad del 87%, aunque el modo de herencia no se conoce bien. Ante la duda: sí, la celiaquía se considera enfermedad hereditaria.
Los más estudiados y relacionados en la celiaquía son los haplotipos (conjunto de genes) HLA-DQ2 y HLA-DQ8. Los genes del sistema HLA se suelen transmitir juntos, y se encargan del reconocimiento y diferenciación entre las moléculas propias y las ajenas. Sin ellos, la respuesta inmune del organismo sería casi imposible. Son, por ejemplo, las responsables del rechazo de trasplantes entre distintos individuos. Cada bloque de genes HLA, que van en paquete normalmente, es un haplotipo.
Pues el haplotipo HLA-DQ2 se encuentra en el 90% de los celiacos. Hay que añadir que es un caso de que A suele implicar B, pero no B suele implicar A. De todos los portadores del haplotipo HLA-DQ2, sólo el 2-5% son celiacos.
El haplotipo HLA-DQ8 se encuentra en el 5% de los celiacos. Otros genes y haplotipos del paquete HLA se han visto relacionados con otras enfermedades del sistema inmune, como diabetes tipo I. La importancia de ambos es su empleo aprovechando su alto valor predictivo negativo. Es muy probable que una persona que tenga la enfermedad también presente esos haplotipos concretos.
Se ha calculado que tener una de las dos copias causa un riesgo del 3% de sufrir la enfermedad, y del 10% en caso de que ambas copias sean estos alelos. Dado que los HLA son combinaciones de genes, una persona puede tener uno de esos haplotipos sin que sus padres fueran poseedores de ellos. ¡Y no hacen falta mutaciones para ello!
Es sabido que fuera del HLA hay otros genes involucrados en la susceptibilidad. Esto se ha comprobado en estudios comparativos entre gemelos y hermanos con HLA idéntico.
Por ejemplo, la región IL2-IL21 del genoma humano, una zona del cromosoma 4 con genes que participan en el sistema inmune, puede estar involucrada en la celiaquía. Si vamos a genes específicos, candidatos para participar de la patología son los genes MYO9B, ICAM-1 o CTLA4.
Por desgracia, como buena enfermedad compleja, es difícil estudiar las causas genéticas. Al menos usar un análisis genético de tellmeGen no es complejo, y garantizamos que no produce enfermedades autoinmunes o te devolvemos el dinero.