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Cáncer de próstata: la pesadilla masculina

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¿Os imagináis que se llama así, pero se desarrolla en los huesos? Bueno, puede pasar, pero entonces es metástasis. El cáncer de próstata surge siempre inicialmente en la próstata.

Sigue el “protocolo cáncer” habitual: células prostáticas mutan, deciden ir por libre y comienzan a multiplicarse descontroladamente.

El 95% de las veces se piensa que el cáncer proviene de las células secretoras luminales. Es el tipo celular más numeroso del epitelio, están bien diferenciadas y secretan antígeno prostático específico (PSA) y fosfatasa ácida a la luz glandular. El otro porcentaje es en su mayoría las células de origen neuroendocrino. ¿Es importante su origen? Para el cáncer, sí. Las epiteliales luminales tienen una gran expresión de receptores androgénicos, y necesitan de los andrógenos para su supervivencia. Las otras poblaciones celulares son indiferentes a estas hormonas.

Debido a eso, una forma de detección son análisis de sangre para comprobar los niveles de PSA. Esta proteína es específica de la próstata, de hecho, viene en su nombre, y se encuentra en niveles muy bajos en sangre. Este cáncer causa con frecuencia un aumento en los valores de la proteína, debido al mayor número de células prostáticas.

El otro método habitual es la exploración física de la próstata, mediante un tacto rectal (se encuentra justo delante del recto). Si hay sospecha no confirmada, se realiza una biopsia del tejido de la glándula para comprobarlo.

La biopsia se realiza muchas veces con la ayuda de una ecografía prostática transrectal. Una sonda de ecografías se inserta en el recto del paciente, para colocarla cerca de la próstata. Mediante ondas sonoras de alta frecuencia se generan imágenes que permitan guiar la aguja en el proceso de extracción de tejido.

Algunos profesionales recomiendan realizar estas pruebas anualmente a partir de los 50 años. En personas con un riesgo elevado, incluso desde los 45 años.

cancer prostata

Los riesgos de que la próstata se vuelva malvada

El mayor factor de riesgo es ser un varón de más de 50 años. Ya, un porcentaje elevado de la población no puede escapar de ese riesgo. Sin contar los cánceres de piel, es el cáncer más frecuente en hombres y el segundo con más muertes después del cáncer de pulmón.

No tiene una mortalidad elevada, sus muertes se deben a su alta frecuencia. Se calcula que el 80% de los hombres habrán tenido este cáncer al llegar a los 80 años, y que 1 de cada 41 hombres morirá debido a esta enfermedad. Sin embargo, en Estados Unidos solo el 13% de los varones serán diagnosticados. El 60% de los casos son detectados ya en estados avanzados.

La tasa de supervivencia a 5 años es prácticamente del 100% EXCEPTO cuando se ha encontrado que se ha propagado a otros tejidos. Entonces ese 100% se convierte en un triste 30%.

Otro factor de riesgo es la presencia de neoplasia intraepitelial prostática (PIN). Se trata de un crecimiento no canceroso de células que revisten las superficies internas y externas de la glándula prostática. Implica cambios morfológicos en las células y puede aparecer a edades tan tempranas como los 20 años. Cuanto más radicales y lovecraftianos sean los cambios, se considera que hay mayor riesgo. La pérdida de cilios celulares se correlaciona con alto nivel de peligro.

En la lista de riesgos se encuentran también los genes (y el historial familiar de casos), obesidad y dieta. Y en la lista de curiosidades, se ha encontrado una relación entre el consumo de lácteos y el cáncer de próstata. Los hombres con un mayor consumo de productos lácteos presentaban mayor probabilidad de contraer la enfermedad y con mayor agresividad. Personalmente, es un riesgo que estoy dispuesto a asumir frente a la terrible opción de dejar de comer queso.

Es un cáncer de crecimiento lento y alta persistencia, con poca sintomatología. Si llegas a anciano y tus cromosomas sexuales son XY, hay elevadas probabilidades de que cuando el Segador venga a recogerte, llevaras años conviviendo con este cáncer sin ser consciente de ello.

Entre los síntomas, muchos tienen que ver con la micción. Problemas y dolores para orinar, que se combina con tener ganas frecuentes de hacerlo. Un dúo estresante y desagradable. También puede observarse la presencia de sangre en la orina y, porque el mundo es un lugar cruel, problemas sexuales como dificultades para la erección.

Una vez ha logrado confirmarse la presencia de la patología, la siguiente etapa es verificar en qué estado se encuentra para seleccionar el tratamiento.

Además de los métodos previamente mencionados de detección, en la comprobación del estado de la enfermedad se realizan también biopsias y resonancias magnéticas.

Algunas veces incluso se recomienda no tomar acciones, si el cáncer es pequeño, asintomático y sin apenas crecimiento, en pacientes muy mayores y/o con otras enfermedades graves. Sin embargo, se mantiene un seguimiento de la enfermedad por si hubiera cambios.

¡Sal de mi próstata, demonio!

Entre los tratamientos, tenemos la cirugía. La prostatectomía es la extirpación total o parcial de la próstata, y se lleva a cabo principalmente en pacientes que presentan la patología en los primeros estados y no superan los 70 años. Una variante es la criocirugía, donde se destruyen las células tumorales mediante frío extremo. Curación mediante eliminación.

La radioterapia se puede usar en complementación de la cirugía o cuando el paciente no puede someterse a la operación quirúrgica. Una variante es la braquiterapia, colocando cápsulas radiactivas en la próstata.

La quimioterapia también se utiliza, pero únicamente cuando existe metástasis. Por desgracia es un método incapaz de eliminar todas las células cancerígenas, pero sí de disminuir su población y desarrollo.

¿Os acordáis de las ondas sonoras usadas para la detección? Súbelos a alta intensidad, céntralos en las células cancerígenas y las destruyes por calor.

¿Y os acordáis de que las células cancerígenas solían presentar niveles elevados de receptores androgénicos? Pues usamos bloqueadores de hormonas androgénicas. Sin embargo, estas células aprovechan las hormonas para crecer, pero no las necesitan para existir. Los bloqueadores hormonales ralentizan su expansión, pero no curan la enfermedad.

En el peor panorama, que tengamos metástasis debido a la regulación y funcionamiento de este cáncer, los tejidos predilectos son los ganglios linfáticos y los huesos. Los huesos son especialmente problemáticos, debido a la complicación de realizar extracciones biológicas en cantidades lo bastante altas para realizar análisis fiables.

La próstata y la herencia genética tienen mucha relación

Hay más de 250 variantes genéticas implicadas con el riesgo de tener este cáncer. La Biología, en su afán de complicar las cosas, ha hecho que estas variantes sean independientes de la agresividad del cáncer, por lo que no sirven para realizar pronósticos por sí mismas. Algunos de los genes implicados son el AR (un receptor de andrógenos), MYC o PTEN. MYC y PTEN mutados juntos ocurre habitualmente en las versiones agresivas del cáncer.

RB1, un supresor de tumores, suele estar fallando cuando hay metástasis.

Dos de ellos son especialmente populares por ser de los genes más relacionados con el cáncer de mama, la pesadilla femenina, el BRCA1 y BRCA2. Portadores de mutaciones en estos dos genes tienen un mayor riesgo de desarrollar esta patología, con independencia de otros cánceres, por supuesto. De entre los dos genes, parece ser que los portadores de alteraciones en el BRCA2 tienen mayor riesgo de desarrollar el cáncer con peor pronóstico.

El TP53, el guardián del genoma, es otro gen afectado frecuentemente por mutaciones en esta enfermedad.

Un estudio con gemelos ha calculado que el 58% del riesgo de cáncer de próstata puede ser explicado por factores hereditarios. El primer gen vinculado con el cáncer de próstata hereditario fue el RNASEL, una endoribonucleasa. Con tanta predisposición genética en esta patología, ¿por qué no usar el análisis genético Advanced para complementar con la PSA y las revisiones rectales?

Carlos Manuel Cuesta

Licenciado en Biología. Doctor en Biotecnología

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