En la Antigüedad, el hambre era uno de los mayores miedos del hombre. Hemos llegado a un momento de la historia que su opuesto es un problema mayor en afectados. Mantener una alimentación sana y equilibrada, así como un peso óptimo, es fundamental para preservar un adecuado estado de salud, tanto físico como mental.
La obesidad se define como la acumulación anormal y/o excesiva de grasa que ocasiona problemas de salud.
Es el resultado, por simplificar, de que al organismo entre una cantidad de energía mayor a la que se gasta. Una de las dietas populares de pérdida de peso es precisamente la dieta CICO (Calories In, Calories Out), que elabora una estrategia consistente en que se ingieran menos calorías de las que se queman.
Si hiciéramos una lista de los principales factores de riesgo en distintas enfermedades, es probable que la obesidad se encuentre como una de las más repetidas. No te escondas, tabaco, que también estás en la lista en los primeros puestos. SABEMOS LO QUE HACES.
Además, algunos de los otros riesgos que entrarían en esa lista están frecuentemente vinculados con el peso, como el colesterol o la hipertensión alta.
La obesidad es un factor de riesgo en enfermedades cardiovasculares (principal causa de muerte actual), diabetes, trastornos musculoesqueléticos y algunos cánceres.
Obesidad como epidemia
En 2021 se consideraba que 2.1 millones de muertes anuales eran atribuibles a la obesidad. También se le atribuían el 44% de los casos de diabetes y el 23% de las cardiopatías isquémicas.
Desgraciadamente, por causas físicas y biológicas, no siempre es fácil para todas las personas alcanzar su peso óptimo. Es más, de acuerdo con los últimos estudios llevados a cabo por la Organización Mundial de la Salud, desde el año 1975 la obesidad se ha triplicado en todo el mundo.
En el año 2016, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años presentaba sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos. Es decir, en el año 2016, el 39% de las personas adultas de 18 años o más tenían sobrepeso y el 13% eran obesas. Dato curioso, no es una patología única de sociedades industrializadas: países en desarrollo presentan cada vez más personas afectadas por obesidad.
Los alimentos elevados en grasas, sal e hidratos de carbono, con un alto valor energético, pueden ser muy baratos. Sin embargo, son pobres en otros nutrientes, consiguiendo la combinación de personas con problemas de obesidad y al mismo tiempo de malnutrición por déficit en otros compuestos.
Hay que añadir que estos datos fueron recogidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que usó el Índice de Masa Corporal (IMC) para calcular la obesidad. El IMC se basa en la fórmula kg/m2 aplicada al individuo, y establece que el sobrepeso ocurre en valores iguales o mayores a 25, y la obesidad iguales o mayores a 30.
El IMC tiene unas ventajas claras: es fácil de entender e interpretar, sirve para la mayoría de los individuos y se puede calcular de forma rápida y no invasiva. Pero hay una minoría que darían errores. La gente con elevada masa muscular tiene un peso mayor que el IMC confundiría con obesidad, aunque se encuentren en plenas facultades físicas. De la misma manera, puede dar resultados buenos en personas obesas al no tener en cuenta la distribución de la grasa.
Los genes y la obesidad
Sin embargo, no todo es negativo. Afortunadamente, a día de hoy, gracias a los avances experimentados en disciplinas como la medicina, la biotecnología y la genética, contamos con herramientas mucho más eficaces para alcanzar y mantener nuestro peso adecuado y, de este modo, prevenir la obesidad y/o eliminarla.
La influencia de la genética en el peso es indiscutible. Estudios con gemelos han establecido que la obesidad tiene una heredabilidad de entre el 40 y el 75%.
Existen varios síndromes genéticos que afectan el peso del individuo. El 30% de las personas con síndrome del X frágil tienen obesidad. En el caso del síndrome de Prader-Willi, los afectados presentan hiperfagia y ausencia de sensación de saciedad, lo que puede conducir ya desde niños a obesidad grave.
La cantidad de genes vinculados con la obesidad, ya sea por sí mismos o en conjunto, es considerable. Hay registrados más de 500 genes relacionados con la obesidad en humanos. Entre los más estudiados tenemos los genes LEP y LEPR, que codifican la leptina y su receptor, respectivamente. La leptina es una hormona que regula el peso corporal, inhibe la ingesta y participa en distintos procesos metabólicos para activar el gasto energético. Otros genes son el POMC (codifica la proopiomelanocortina, precursor de varias hormonas peptídicas) o el MC4R (su proteína tiene un rol central en equilibrio energético y su déficit causa obesidad).
Dada la enorme relevancia del apetito, su control dentro del organismo es complejo. Un equilibrio donde participan como actores principales el tejido adiposo, el estómago, los órganos endocrinos y el sistema nervioso central (sobre todo el hipotálamo).
Otro detalle importante es que la obesidad por causas genéticas debe tenerse en cuenta en los métodos y protocolos que se usan para tratar esta patología. Por ejemplo, en la obesidad por causa monogénica el principal responsable es normalmente la hiperfagia. En estos pacientes la principal medida es la restricción de la comida para el paciente. Sin embargo, otras mutaciones pueden requerir cambios en el ejercicio físico o en la dieta.
Teniendo en cuenta esto y nuestros valores de mejorar la calidad de vida de las personas, en tellmeGen hemos desarrollado un apartado en nuestro test genético centrado en aspectos de tu bienestar, que incluyen la alimentación.
En ese apartado estudiamos ítems como el propio índice de masa corporal, la preferencia por lo dulce, predicción del tejido adiposo visceral o la glucosa en sangre.
Y como nos gusta darlo todo hecho y bien hecho, tenemos también el informe nutrigenético. Este informe se hace aprovechando los datos de tu test genético, y unos pocos datos físicos tuyos, permitiendo unos resultados personalizados. El objetivo no es solo adelgazar, es mejorar la salud del usuario con nuestra ayuda.