¿Sabías que el dolor, aunque desagradable, es esencial para nuestra supervivencia?
De hecho, es su naturaleza desagradable lo que lo hace necesario.
El dolor se define como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a la asociada con, daño tisular real o potencial. Para los no iniciados en las artes biológicas, el daño tisular es el daño que afecta a los tejidos del cuerpo. En esta entrada del blog vamos a centrarnos principalmente en el daño físico y convencional.
Su función es evidente: indica al sistema nervioso central, y al individuo en cuestión, que una zona del organismo ha sufrido daños o está expuesta a sufrirlos.
Por eso es tan desagradable. Su objetivo es que el organismo evite en todo lo posible sufrir dolor, y cuando ocurre, cuide la zona lesionada para frenarlo.
El dolor es un tema muy complejo. No es una sensación cuantificable y medible como son la temperatura o la presión. Tiene un componente biológico, psicológico y social.
Henry Beecher, un anestesista, lo demostró en 1956, comparando heridas similares en grupos de civiles y en grupos de soldados. Los soldados solicitaban menos analgésicos.
Aunque a nivel fisiológico el dolor que sentían era similar, el significado era distinto. Para el soldado, encontrarse ahí lesionado era estar en una zona segura fuera de combate, y el honor de la herida. Para el civil, implicaba una pérdida de tiempo y dinero sin ningún beneficio.

La tolerancia al dolor es genética
Sin embargo, las últimas décadas han demostrado que la diferente percepción del dolor frente al mismo daño tiene más capas de las pensadas durante mucho tiempo.
Una de esas capas es, como ya sabemos, la genética de la persona.
Los genes condicionan el desarrollo de todo el organismo, incluyendo la sensibilidad al dolor, sus manifestaciones y la respuesta frente a la sensación.
¿La sensación de dolor es genética?
Las pruebas en hermanos han demostrado que sí. Pruebas comparando la sensación de dolor entre mellizos y entre gemelos mostraron que estos últimos presentaban respuestas más similares entre sí.
Los estudios en gemelos, adicionalmente, han mostrado que el dolor crónico tiene una heredabilidad entre el 27% y el 59%.
Incluso se ha creado un término, genes del dolor, para referirse a aquellos genes que causan alteraciones en la nocicepción (la percepción consciente del dolor) cuando funcionan de manera anómala, o que solo se expresan en zonas anatómicas exclusivas del dolor, como las neuronas encargadas de percibirlo.
Estos genes podrían dividirse en dos categorías: genes de insensibilidad al dolor y genes de amplificación del dolor. Los primeros producirían enfermedades genéticas en las que no se siente dolor o hay una alta tolerancia genética al dolor. Los segundos en cambio, la persona sentiría más dolor de lo normal.
Insensibilidad al dolor monogénica.
- El gen SCN9A es probablemente el más conocido. Este gen codifica información para formar un canal de sodio dependiente de voltaje. Es especialmente importante en las neuronas sensoriales del dolor, para generar y transmitir las señales eléctricas. Por eso, mutaciones en el gen SCN94 pueden dar lugar a individuos con una capacidad limitada, o nula, de sentir dolor. Se conocen al menos diez variantes distintas que causan insensibilidad.
- Las neuropatías sensitivas autonómica hereditaria (HSAN). Con este término se agrupa una serie de patologías producidas por mutaciones genéticas raras, que afectan al sistema nervioso periférico. Varias tienen en común la incapacidad de sentir dolor. Aunque todas son monogénicas, diferentes genes pueden dar lugar a la misma HSAN. En todas ellas solo hace falta un gen especifico con una mutación para causar la patología.
Dato curioso: Si viste la película ‘Novocaine’, la enfermedad del protagonista es la HSAN IV, Insensibilidad Congénita al Dolor con Anhidrosis.
- El gen PRDM12. Este gen es necesario en el desarrollo de las neuronas involucradas con la percepción del dolor, y se le considera el responsable de la HSAN VIII. Es de los últimos en ser descubierto, y tiene el detalle interesante de que solo se expresa en el sistema nervioso periférico. Por esa y otras razones se ha planteado que pueda ser una diana terapéutica en pacientes afectados por dolor crónico.
- El gen ZFHX2. Este gen codifica una proteína que actúa como factor de transcripción y que regula la expresión de otros genes. Lo interesante es que su mutación es dominante. En la mayoría de las patologías de insensibilidad al dolor hacen falta las dos copias anómalas, pero con el gen ZFHX2, una sola copia es suficiente.
Amplificación del dolor monogénica
- El gen SCN9A. ¿Os acordáis de él? Lo hemos mencionado un par de párrafos más arriba. Ahora ya sabéis por qué es tan popular, no solo causa insensibilidad al dolor. Dependiendo de la mutación, puede amplificar el dolor o provocar dolor crónico. Se conocen alrededor de 100 mutaciones diferentes en este gen (es bastante grande) que modifican la percepción del dolor.
- El gen CACNA1A. Este gen se ha asociado a múltiples desórdenes neurológicos y dominantes. No solo aumenta la percepción del dolor, también provoca migrañas. Un experto en amargarte la vida.
- El gen TRPV1. Este gen es más conocido porque el receptor que codifica es primordial en la sensación de calor y la razón por la que la capsaicina, una sustancia de los pimientos picantes, nos provoca dolor y ardor. Pues ahora además sabemos que es un gen que participa en la sensibilización al dolor.
Con esto tenemos una idea general. Hay otros muchos genes que participan, de distintas formas. Por ejemplo, el gen OPRM1participa en la regulación del dolor y es el principal receptor de los opioides. Mutaciones en este gen hacen que la persona sea más o menos resistente a muchos analgésicos.
Los test genéticos para el dolor podrían ser un futuro cercano
¿Y por qué la genética del dolor es tan relevante, no ya a nivel individual, sino como sociedad?
Porque el dolor es una de las principales razones de asistencia médica hoy en día. Se considera que, en cualquier momento que escojas, aproximadamente el 20% de la población mundial está aquejada de dolor, con mayor o menos intensidad.
Una de cada cinco personas.
Y van a responder de manera distinta al dolor y a los tratamientos para aliviarlo.
Sin olvidar todas aquellas personas afectadas por dolores crónicos cuya causa primaria es genética.
Conocer los genes involucrados en la respuesta al dolor nos permite encontrar nuevas dianas terapéuticas y metodologías. Trabajar con el dolor es uno de los campos más amplios dentro de la farmacogenética.
Sabiendo que las personas podemos ser tan distintas a nivel genético en el procesamiento de las sensaciones dolorosas, y de la compatibilidad con los fármacos usados para aliviarlo, la medicina personalizada es indispensable. El uso de informes farmacogenéticos en, por ejemplo, dolores crónicos, sería un ahorro sustancial de tiempo y dinero, evitando al mínimo los efectos secundarios.
Imagínate realizar un test genético para la medicación contra el dolor. Usar el fármaco adecuado en la dosis exacta.
Por eso recomendamos que siempre que tengáis la oportunidad de aprender más sobre vosotros, y vuestro genoma, la aprovechéis. Los test de ADN de tellmeGen son una manera fácil y sencilla de entrar en ese mundo.