La alopecia es la pérdida anormal de cabello que, comúnmente, se denomina calvicie. Puede afectar a cualquier zona de la piel, causando por ejemplo pérdida de vello facial o de cejas, pero en especial al cuero cabelludo.
Existen distintas formas de alopecia, aunque la más frecuente, responsable de más del 90% de los casos, es la de origen androgénico o calvicie masculina. Este rasgo está fuertemente condicionado por las hormonas sexuales masculinas: los andrógenos.
La calvicie masculina afecta a una gran parte de la población. Los estudios apuntan a que el 50% de los hombres a los 50 años experimentan algún grado de calvicie, porcentaje que aumenta al 80% a los 70 años.
Físicamente no tiene mayor repercusión que la propia pérdida de cabello. Sin embargo, para algunas personas puede ser un problema social importante que repercute, sobre todo, en la autoestima de quienes la padecen.
No sorprende demasiado, por lo tanto, que en 2021 se hicieran aproximadamente 3,4 millones de trasplantes de pelo en todo el mundo, por un valor de 1.800 millones de dólares.
La calvicie masculina ha estado siempre rodeada de afirmaciones que han podido ser desmentidas con el paso del tiempo, pero que aún permanecen en la cultura popular. Vamos a desgranar algunas de ellas.

Si tengo canas, no me quedaré calvo
“El que canea, no calvea”, reza el dicho popular. Este es uno de los mitos más antiguos y extendidos.
Las canas son, simplemente, cabellos que han perdido su pigmentación por una disminución de la producción de melanina. Esto puede deberse a distintos motivos, como un déficit de vitamina B12 o el agotamiento de las células madre de los melanocitos, asociado principalmente al envejecimiento.
Dato curioso: existe una predisposición genética a las canas.
Sin embargo, esto no afecta al ciclo de crecimiento del cabello y, por el momento, los estudios no han encontrado relación entre la calvicie y la presencia de canas.
En un apunte del autor, canoso desde hace muchos años, pensar que al menos las canas se agarran con más fuerza a la cabeza siempre ha sido un buen consuelo.
La calvicie se hereda directamente de nuestra madre
Es muy probable que hayas oído alguna vez que, si tu abuelo materno es calvo, tú también lo serás. Esta creencia está muy presente en la sociedad, pero es poco realista.
Los estudios llevados a cabo hasta ahora han demostrado que la calvicie está fuertemente influenciada por la genética, pero tiene un patrón de herencia muy complejo.
Es cierto que los genes más importantes se encuentran en el cromosoma X, que los hombres heredan directamente de sus madres, pero hay cientos de genes implicados repartidos por todo el genoma que heredamos de ambos progenitores.
Por tanto, la herencia de nuestra madre, y también la de nuestro padre, condiciona nuestra predisposición a padecer calvicie. El factor genético de la calvicie proviene de ambos progenitores.
¿Se puede evitar la calvicie hereditaria?
La alopecia androgénica no es “curable” pero sí evitable.
En la actualidad existen dos tratamientos farmacológicos que han demostrado ser efectivos para frenar o ralentizar la pérdida del cabello: el minoxidil vía tópica y el finasteride vía tópica (las vías tópicas tienen menos efectos adversos que las orales).
Además, la inyección de plasma rico en plaquetas también ha demostrado su eficacia.
Cuando la alopecia ya está establecida, la solución es un trasplante capilar: un procedimiento en el que se extrae cabello de zonas no afectadas y se implanta en las zonas calvas.
Conocer nuestra predisposición genética a padecer calvicie masculina puede ayudarnos a tomar acciones preventivas que minimicen, en la medida de lo posible, su impacto.
Para esto, los análisis genéticos como el de tellmeGen, que informan de este riesgo, pueden resultar muy útiles.
Calvicie autoinmunitaria, la alopecia areata
Es una de las formas de alopecia más frecuente, con una incidencia de entre el 2 y el 0,2% de la población mundial, dependiendo de la región.
Tiene la particularidad de que, aunque es multifactorial como la mayoría de las alopecias, se considera que tiene un fuerte componente inmunitario. Es una caída del cabello autoinmune.
Se produce una acumulación de linfocitos T CD8+ alrededor del folículo piloso, impidiendo el desarrollo del pelo y llevando a su posterior caída. Es difícil para las células trabajar en darte una hermosa melena cuando el sistema inmunitario decide convertir tus alrededores en una zona de guerra.
Otro detalle es que los genes implicados en la alopecia areata son comunes con otras enfermedades autoinmunes como la diabetes mellitus tipo 1 o la artritis reumatoide.
Puede afectar a hombres, mujeres e incluso niños. Los antecedentes familiares aumentan el riesgo. Entre el 4 % y el 28 % de los afectados por alopecia areata tienen antecedentes familiares de la enfermedad. Si tienes un abuelo con esta patología, tus posibilidades son mayores a las de una persona con abuelos de frondoso pelo.
La mayoría de los casos surgirían por la conjunción de una genética predispuesta al problema, y unos factores ambientales desencadenantes. Se cree que el mayor factor desencadenante de la alopecia areata es el estrés.
El primer síntoma es la pérdida del cabello en zonas que forman parches, de 1 a 4 centímetros. Una pérdida capilar localizada. Hay distintos tipos de alopecia areata, pero dos son especialmente llamativas:
- Alopecia areata total o totalis. El resultado final no son precisamente parches, todo el cuero cabelludo queda sin pelo, calvicie completa. Esto ocurre normalmente a los 6 meses de los primeros síntomas.
- Alopecia areata universal. La enfermedad afecta a todo el cuerpo, no solo la cabeza. Cejas, pestañas, axilas, todo ese pelo se va.
El tratamiento para la alopecia areata es muy similar al resto de alopecias, e incluso a veces la enfermedad revierte por sí misma (40% de los casos). Hay personas que se han curado de la alopecia areata.
El paciente puede sufrir varios casos de la patología a lo largo de su vida.
Si eso no ocurre, se puede utilizar el confiable minoxidil, y tratamientos inmunosupresores como los corticoides para la alopecia. Si los parches son grandes (o lo bastante grandes para que llamarlos “parches” sea ser educados) se cambian las dosis y vías de administración de los inmunosupresores, tratamientos de luz ultravioleta, terapia con láser… Son terapias para la regeneración capilar y el control del daño autoinmune.
Afortunadamente, la enfermedad solo causa calvicie. No hay daños en otros tejidos ni complicaciones secundarias. Aunque puede darse la situación de que la alopecia areata sea un síntoma secundario de otra patología primaria de mayor gravedad.
No es raro que las respuestas autoinmunes sean consecuencia de otros problemas subyacentes.
En ocasiones incluso aparece asociada con la enfermedad celíaca, y el tratamiento con una dieta sin gluten permite la recuperación. Pero la celiaquía tiene su propio apartado del blog.