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Genética y longevidad, ¿se puede heredar una larga vida?

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No es una garantía y su influencia está lejos de ser absoluta, pero la larga y poderosa mano de la genética, llena de nucleótidos, también influye en la longevidad de las personas.

Hay un consenso general de que la esperanza de vida tiene una heredabilidad baja. En el pasado se consideraba que su heredabilidad era del 20-25 %, aunque estudios recientes parecen reducir esta cifra.

Sin embargo, nos referimos a la esperanza de vida general. ¿Podría ser que, en los casos más destacados, aquellos individuos con una longevidad extrema tuvieran una mayor heredabilidad?

Genética y longevidad, ¿se puede heredar una larga vida?

Esperanza de vida y longevidad extrema

Estudios científicos han comprobado que sobrevivir hasta edades avanzadas no es un hecho aleatorio, sino que parece transmitirse dentro de las familias.

Este hecho parece reforzado en aquellas familias que tienen individuos que pertenecen al 10% superior de su cohorte. El 10 % de personas más longevas de su grupo, por así decirlo.

Las personas con familiares directos dentro de ese grupo tienen un 31 % de posibilidades de vivir más tiempo que sus congéneres, incluso si esos familiares longevos no fueron sus progenitores.

Además, esta heredabilidad parece ser cuantitativa. Cuantos más familiares longevos tenga una persona, mayores serán sus posibilidades de vivir muchos años.

Esta longevidad heredada no distingue entre hombres y mujeres. No hay diferencias en su transmisión entre ambos sexos. Sin embargo, no debemos olvidar que, de media, las mujeres viven más años que los hombres. En 2021, la diferencia entre ambos sexos era aproximadamente de 5 años, a nivel global.

Si comparamos en récords de longevidad humana:

  • La mujer más longeva de la historia fue la francesa Jeanne Calment, con 122 años.
  • El hombre más longevo de la historia, en cambio, fue el japonés Jiroemon Kimura con 116 años.

Nos encontramos, por tanto, que la esperanza de vida tiene una baja heredabilidad, pero en la longevidad extrema las variantes genéticas transmitidas dentro de la familia tienen un mayor impacto.

Uno de los principales desafíos al realizar estas mediciones es evaluar el impacto del factor ambiental. Es evidente que, al ser miembros de una misma familia, las condiciones ambientales que les rodean serán similares.

Personas del mismo ambiente familiar, con frecuencia, desarrollan estilos de vida y comportamiento parecidos. Estos factores ambientales semejantes, si resultan positivos (o negativos) para prolongar la esperanza de vida, ejercerían el mismo efecto en todos los miembros sometidos a ellos.

Un estudio de Harvard, realizado durante 85 años, se centró en determinar cuál es el factor ambiental con mayor influencia en la longevidad. El resultado fue: conexiones sociales fuertes.

Por encima incluso de la dieta, el deporte o el dinero, aquellas personas que tenían una vida social positiva, con vínculos fuertes en la comunidad y con otras personas, vivían más y con mejor calidad.

Eso explica en gran medida los países con mayor esperanza de vida. Países como Japón o la zona del mediterráneo tiene en alta estima a la familia y los lazos de amistad.

Los genes asociados a la longevidad

En el ámbito genético, hay una falta general de consistencia entre los estudios centrados en este campo. Creednos, hay mucha investigación sobre longevidad.

Por un lado, la longevidad es una característica muy heterogénea, tanto a nivel genético como ambiental.

Además, no existe un consenso claro sobre la definición de longevidad.

Se han identificado genes cuya correlación con la esperanza de vida y la longevidad ha sido confirmada. Los análisis se han enfocado en aquellos de reparación del ADN, senescencia celular y apoptosis, sistema inmunitario e inflamación, metabolismo y telomerasas.

Quizás los dos más destacables son los genes APOE y FOXO3A.

El gen APOE codifica para una apolipoproteína, con la principal función del transporte de lípidos dentro del organismo. Es una parte importante de los quilomicrones, VLDLs y HDLs.

Pero su popularidad se debe a las diversas correlaciones de sus alelos. El alelo 𝜀2 es más frecuente en personas que han alcanzado los 100 años de edad, en comparación con el resto de la población. Por desgracia, es el alelo menos frecuente, lo que ha dificultado mucho las investigaciones con él.

Sin embargo, el alelo 𝜀4 se ha asociado con el riesgo de Alzheimer y enfermedades cardiovasculares. Irónicamente, tendríamos en un mismo gen un alelo correlacionado con baja esperanza de vida y otro con una posible relación con la longevidad.

Habría un tercer alelo, el 𝜀3, que solo quiere hacer su trabajo y que le dejen tranquilo.

El gen FOXO3 tiene una actividad más variada. Codifica un activador transcripcional que reconoce y se une a la secuencia de ADN 5′-[AG]TAAA[TC]A-3′, regulando distintos procesos como autofagia y apoptosis.

Esta actividad es crucial. De hecho, se han desarrollado diversos proyectos para optimizar sus funciones y capacidades con el objetivo de aumentar la esperanza de vida y reducir enfermedades asociadas al envejecimiento.

Es un interruptor celular que quieres mantener encendido lo máximo posible.

Otros factores genéticos en la longevidad

Mantener, o no, la actividad de un gen es otro apartado: la epigenética.

La epigenética son los cambios que ocurren en el genoma, modificando la expresión génica, sin que la secuencia de ADN sea alterada.

Los microARNs, las histonas, las acetilaciones y las metilaciones, entre otros, son ejemplos de epigenética, ya que modifican la actividad génica sin alterar la secuencia del ADN.

Salvo excepciones, la epigenética no es heredable, y está muy condicionada por los factores ambientales. El efecto de la epigenética, no ya en el envejecimiento, si no en todas las funciones del organismo, es inmenso y requeriría una entrada entera para ella.

Otro detalle uniendo genoma con longevidad son los telómeros.

Los telómeros son regiones al extremo de los cromosomas que contienen secuencias repetitivas de ADN. Estas secuencias carecen de información. Su función es evitar la degradación de estas regiones y que puedan fusionarse con las de otros cromosomas.

Cuando el ADN de los organismos eucariotas se replica (se crean las copias), los extremos no pueden copiarse completamente. Esto hace que, en cada replicación, los telómeros se acorten, hasta alcanzar una longitud crítica.

La longitud de los telómeros es una de las principales causas del límite de Hayflick. Este límite indica la cantidad de duplicaciones que puede realizar una célula eucariota antes de entrar en senescencia (muerte celular).

Evidentemente, si tus células están muriendo a marchas forzadas, tu esperanza de vida se está acortando también a buena velocidad.

Por ello, los telómeros se consideran uno de los mejores indicadores de longevidad.

El análisis genético de tellmeGen puede ayudarte a planificar tu vida, pero no puede predecir el momento exacto de tu muerte. De momento, anticipar la muerte sigue siendo cosa de la ciencia ficción.

Carlos Manuel Cuesta

Licenciado en Biología. Doctor en Biotecnología

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