La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria sistémica autoinmune que afecta de manera simétrica a múltiples articulaciones y presenta diversos síntomas generales inespecíficos y manifestaciones extraarticulares.
El síntoma característico es la inflamación persistente. Con el tiempo va destruyendo las articulaciones, causando deformidad e incapacidad funcional. La inflamación, además, causa rigidez y dolor constante.
Esta enfermedad puede afectar a todo el cuerpo, pero tiene una especial predilección por las articulaciones periféricas (manos, pies, muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas). Dentro de estas, sus favoritas son las articulaciones en manos y pies. Periféricas y pequeñas.
Como mencionamos antes, es simétrica. Ocurre en los dos lados del cuerpo y suele manifestarse de manera similar en ambas, avanzando al mismo ritmo.
No es una enfermedad hereditaria, aunque es de estas enfermedades no hereditarias que tienes que añadir un “pero”. Se debe tanto a factores genéticos como a factores ambientales, ya que existe predisposición genética. Sin embargo, las causas específicas que provocan el inicio de la enfermedad son desconocidas. Sea lo que sea, provoca que el sistema inmune ataque las articulaciones.
El daño se produce principalmente en la membrana sinovial, una membrana que se encuentra en las articulaciones sinoviales (aquellas separadas por una cavidad). La membrana protege el cartílago del desgaste y produce el líquido sinovial (sinovial es la palabra del día), que actúa como lubricante. Pero la enfermedad tampoco es demasiado exquisita, causando daños adicionales en el cartílago y el hueso de la zona.
Es una patología evidente y poco disimulada, por lo que suele diagnosticarse pronto por los síntomas. Para confirmar se pueden realizar radiografías y pruebas de laboratorio.
Existe además la prueba del factor reumatoide, un análisis de sangre que busca autoanticuerpos concretos que se encuentra en la mayoría de las personas con artritis.
Los síntomas iniciales son inflamación (cero sorpresas aquí), rigidez, sensibilidad, hinchazón y enrojecimiento, de forma simétrica. Con el tiempo los síntomas empeoran y surgen en otras articulaciones.
Se consideran 4 etapas de la enfermedad, cada una conservando y empeorando los rasgos de la anterior:
- Primera etapa, inflamación alrededor y dentro de la articulación.
- Comienza el daño y la erosión del cartílago, con una disminución de la capacidad de movimiento de la zona. La inflamación es más evidente.
- Llegamos al daño en el hueso y aparecen deformidades visibles.
- En la etapa final disminuye la inflamación, pero también la articulación. Los huesos se fusionan, el cartílago está destrozado y la articulación sigue doliendo, con mínima movilidad.
Se cree que un 40% de las personas afectadas sufren otros síntomas, en añadido a los problemas en las articulaciones, como problemas en pulmones, corazón u ojos, debido a inflamaciones, o síndrome del túnel carpiano.
Estos síntomas no son constantes y estables, sino que hay periodos de remisión y otros en los que son especialmente duros.
Causa desconocida, riesgos conocidos
Cómo comienza es un secreto. Incluso hay una teoría que vincula la artritis a la periodontitis, donde también hay inflamación, con causas conocidas esta vez. Se sospecha que alguno de los organismos patógenos que participan en la periodontitis, concretamente la bacteria Porphyromonas gingivalis, podrían penetrar en el cuerpo e incluso alcanzar las articulaciones, donde ocasionen la reacción autoinmunitaria.
Adicionalmente, la genética del individuo, sí bien no provoca la enfermedad por sí misma, sí decide la predisposición de la persona a sufrirla.
Concretamente, se estima que el 40-65% del riesgo de presentar artritis reumatoide es de origen genético.
Diferentes genes están involucrados en la aparición de artritis reumatoide, por lo que está considerada como una enfermedad poligénica. En caso de que una persona tenga un historial familiar, clave para discernir si una enfermedad tiene componente genético, de artritis reumatoide se considera que tiene 3-5 veces más riesgo que una persona normal de sufrir la patología.
Igual que en otras enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple, hay muchos genes involucrados que pertenecen al complejo mayor de histocompatibilidad. El mayor responsable es el HLA-DR4.
El componente genético no solo participa en la predisposición a sufrir la enfermedad, también es relevante en la gravedad de la enfermedad.
No obstante, hay otros factores de riesgo que no son genéticos. Se ha visto que uno de los factores ambientales que más contribuyen a la aparición de artritis reumatoide es el tabaquismo. Y se encuentra asociado tanto a aparición de la enfermedad como su gravedad. Nada bueno sale nunca del tabaco.
Pero también pueden contribuir algunas infecciones, las hormonas femeninas, el estrés, la obesidad, la edad y el tipo de alimentación.
Hablando de hormonas femeninas, como suele ocurrir con las enfermedades autoinmunes, es más frecuente en mujeres que en hombres, ocurriendo el 70% de los casos en mujeres, la mayoría mujeres mayores de 55 años.
Artritis en la sociedad de hoy
En 2019 se calculaba que había 18 millones de personas en el mundo viviendo con la enfermedad. Tiene una mayor prevalencia en países industrializados, posiblemente por la mayor longevidad y los factores ambientales.
Curiosamente, en los últimos años la enfermedad ha ido aumentando en incidencia, pero su severidad, deterioro en la vida del paciente y mortalidad han ido en disminución.
A pesar de que no haya una cura para esta enfermedad, hay diversos tratamientos farmacológicos que permiten mejorar los síntomas y retrasar el progreso de la enfermedad.
Su objetivo es reducir la inflamación, aliviar el dolor y, a grandes rasgos, permitir una mejor calidad de vida de la persona y mayor funcionalidad. Incluso existe una categoría de medicamentos llamados “Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad”, enfocados en modificar el sistema inmunitario en general, y la inflamación en particular.
Estos tratamientos no son solo farmacológicos, sino que existen diferentes dispositivos mecánicos enfocados en colaborar, aparatos ortopédicos. Algunas veces incluso se realizan operaciones quirúrgicas de reparación o remplazamiento de articulaciones.
Finalmente, otro tratamiento es el propio estilo de vida del afectado. Lo primero, dejar de fumar, y mantener un peso correcto una persona de su condición. Se recomienda que incrementan la actividad física en lo posible, y hay programas gratuitos donde explican que ejercicios son mejores frente a esta patología. Nosotros podemos explicarte algunas cosas también, como tu predisposición, con nuestro análisis genético Advanced.