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Enfermedades renales y genética

BLOG TELLMEGEN

Muchas enfermedades de los riñones son hereditarias, y aún más de ellas son genéticas.

Ya hemos hablado de eso alguna vez; no todas las enfermedades genéticas son hereditarias.

Según los baremos y las fuentes usadas, la cantidad de enfermedades renales genéticas, la mayoría de las cuales son también enfermedades renales hereditarias, oscilan entre más de 60 hasta más de 300.  Hay enfermedades que implican daños renales, pero no son específicas de ese órgano. El daño es parte de una serie de alteraciones sistémicas.

La enfermedad renal crónica (ERC) es el nombre dado a la condición en la que los riñones se encuentran demasiado dañados para filtrar de forma correcta la sangre, sea o no por causa genética. De hecho, tres de cada cuatro casos tienen como origen primario la diabetes y la hipertensión.

Se ha sugerido que hay variantes genéticas relacionadas con este conjunto de enfermedades en el 10% de los adultos y el 20% de los niños.

Solo en Estados Unidos se calcula que hay 37 millones de personas con ERC, siendo el 15% de la población adulta y haciendo de este conjunto de enfermedades una de las causas principales de muerte. 

Enfermedad renal poliquística autosómica dominante

La más común de todas las patologías hereditarias renales es la enfermedad renal poliquística autosómica dominante, a la que vamos a llamar ADPKD, aprovechando sus siglas en inglés, ya que el nombre es demasiado largo (autosomal dominant polycystic kidney disease).

Esta enfermedad tiene una prevalencia de 1:1.000, siendo la tercera causa mundial de insuficiencia renal terminal. Dicho de manera menos clínica, es la tercera causa de muerte por funcionamiento defectuoso de los riñones.

Una de las características de las enfermedades dominantes es que te aseguras de que, si le pasas el gen patológico a tu hijo, tendrá también la enfermedad sin necesitar nada más. En ese sentido, es fácil aumentar la frecuencia frente a las recesivas.

Existe además la enfermedad renal poliquística autosómica recesiva. Tiene una menor incidencia, 1:20.000, y es muy similar a la dominante en su fenotipo, siendo su mayor diferencia la mutación causante.

Aunque hay manifestaciones en otros órganos, la característica más representativa de la enfermedad es la formación de quistes en ambos riñones, que aumentan gradualmente en tamaño y cantidad. En esta primera etapa se lleva a cabo un tratamiento sintomático.

Sin embargo, con la progresión de la enfermedad, la eficiencia del riñón va disminuyendo hasta llegar a la insuficiencia renal. Entonces se debe realizar diálisis y el paciente puede necesitar un trasplante renal.

La enfermedad tarda en manifestarse, siendo raro que haya efectos detectables antes de la edad adulta. Pero su penetrancia (expresión de la enfermedad, si se tiene, a nivel genético) es alta: todos los pacientes mayores de 80 años presentan sintomatología.

El 35-45% de los pacientes sufren insuficiencia renal antes de llegar a los 60 años. El diagnóstico es sencillo, con ecografía. Para confirmarlo tenemos resonancia magnética y/o tomografía computarizada.

El gen responsable en más del 80% de los casos es el PKD1. Este gen forma canales permeables de calcio junto con el gen PKD2, aunque participa en otras rutas como la formación y desarrollo de túbulos renales.

¿Sabéis cuál es el segundo gen más involucrado en esta patología? El gen PKD2. Parece que esta enfermedad queda en familia, a nivel literal y genético.

En la patología recesiva, el gen PKD1 es también el culpable frecuente, aunque el segundo habitual en este caso es el gen DZIP1L, que está involucrado en la formación primaria de cilios.

De ambos, el PKD1 no solo es más habitual, sino también más grave. Teniendo el tamaño renal como una forma de medir la gravedad de la enfermedad, los pacientes con las mutaciones en PKD1 tenían riñones dos tercios mayores que los afectados en el gen PKD2.

En los enfermos por mutación en PKD1, los quistes renales son más numerosos y comienzan a edades más tempranas.

Otras patologías renales y genéticas

La ADPKD es la enfermedad renal genética más frecuente, pero está lejos de ser la única que existe. La genética siempre ha sido muy versátil para encontrar fallos.

  • El síndrome de Alport tiene el dudoso honor de ser la segunda enfermedad genética renal más frecuente. En esta enfermedad se encuentran afectados genes que participan en la formación de colágeno tipo IV (COL4A3, COL4A4 y COL4A5). La gravedad de la patología varía entre pacientes, aunque todos presentan inflamación renal.
  • La enfermedad por membrana basal delgada es un síndrome nefrítico caracterizado por un importante adelgazamiento de la membrana basal glomerular. Por suerte, esta patología no suele ser grave. No se conocen todas las mutaciones responsables, pero se sabe que muchas son de nuevo en el colágeno IV, como el gen alfa-4.
  • El síndrome de Barter engloba varias enfermedades renales. Los afectados eliminan una cantidad desproporcionada de sodio, que lleva posteriormente a una eliminación desmesurada de potasio. Se sabe, al menos, de cinco genes causantes del síndrome: SLC12A1, KCNJ1, CLCNKB, BSND y CLCNKA.
  • La glomeruloesclerosis focal y segmentaria es la causa del 10-15% de los síndromes nefróticos en adultos. Más que una enfermedad, es un tipo de patrón histológico. Provoca el desarrollo de tejido cicatricial en los glomérulos, con proteinuria (exceso de eliminación de proteínas de la sangre a través de la orina). En las enfermedades hereditarias de este grupo se han encontrado más de 60 genes responsables.
  • El síndrome de Gitelman es una tubulopatía, afecta los túbulos distales de las nefronas. La causa son normalmente mutaciones anuladoras del gen SLC12A3 o del gen CLCNKB. Similar al síndrome de Barter, hay pérdida de sales, destacando sodio y magnesio. Sí, eso es muy malo.
  • El reflujo vesicoureteral es un flujo inverso de la orina, que retrocede desde la vejiga hasta los riñones a través de los conductores correspondientes (uréteres). Puede deberse a problemas en la unión entre el uréter y la vejiga o a presión dentro de la vejiga demasiado elevada. Omitiendo lo absurdo que resulta, el mayor problema es el riesgo de infección en las vías urinarias. Es una enfermedad muy compleja en sus causas, haciendo que las alteraciones genéticas responsables sean muy heterogéneas.
  • La cistinosis es causada por una mutación del gen CTNS. Su característica principal es la acumulación de cristales formados por cisteína, un aminoácido, en el interior de células. En los riñones provoca insuficiencia renal.

Los riñones son un órgano sencillo en su funcionamiento en comparación con otros, pero eso no les salva de ser vulnerables a muchas mutaciones genéticas dañinas. Condenadas mutaciones aleatorias, por suerte hay productos como nuestro análisis genético Advanced de tellmeGen para ayudarte a entenderlas.

Carlos Manuel Cuesta

Licenciado en Biología. Doctor en Biotecnología

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