La adicción al alcohol es un fenómeno complejo que toca fibras sensibles en la sociedad y en innumerables familias. Durante décadas, la pregunta central ha sido: ¿Por qué algunas personas desarrollan un consumo problemático y otras no? Hoy, la ciencia tiene una respuesta que apunta directamente a nuestro código biológico: el ADN.
Si alguna vez te has preguntado si el alcoholismo es hereditario o si la historia familiar de consumo tiene un peso real, la respuesta es un «sí» matizado. La comprensión de la relación entre alcoholismo y genética nos permite dejar de lado culpas y estigmas, y centrarnos en la prevención y el tratamiento basado en la ciencia.

Alcoholismo, herencia genética: No es destino, sino vulnerabilidad
El debate sobre si es genético el alcoholismo ha evolucionado. Ya no se trata de un único «gen del alcoholismo», sino de la interacción de múltiples genes que, en conjunto, crean una vulnerabilidad.
Se estima que los factores genéticos son responsables de aproximadamente el 50% del riesgo de desarrollar un Trastorno por Consumo de Alcohol (TCA). Esto significa que, si bien el alcoholismo respecto a la herencia biológica es real, esta herencia no es una sentencia. Es un mapa que indica un camino de mayor riesgo, pero los factores ambientales, sociales y personales (como el estrés o el acceso al alcohol) son los que terminan de trazar la ruta.
Cómo los genes moldean la experiencia
La influencia de la genética y el alcoholismo se manifiesta de varias maneras clave, afectando:
- La capacidad de metabolizar el alcohol: Ciertos genes regulan las enzimas que descomponen el alcohol en el cuerpo (como el alcohol deshidrogenasa, ADH, y el aldehído deshidrogenasa, ALDH). Las variaciones genéticas pueden hacer que una persona metabolice el alcohol más rápido o, por el contrario, más lento.
- El sistema de recompensa cerebral: Algunos genes influyen en los neurotransmisores (como la dopamina) que se liberan al beber, afectando la sensación de placer y la probabilidad de desarrollar dependencia.
- Tolerancia y reacción física: El nivel de tolerancia y las reacciones adversas inmediatas están fuertemente ligados a la genética.
El efecto «Flush» y la dependencia crónica
Los estudios genéticos permiten identificar variaciones que nos dan pistas sobre cómo reacciona nuestro cuerpo ante el alcohol:
- Reacción «Flush» al alcohol (Enrojecimiento): La presencia de ciertas variantes genéticas, particularmente comunes en poblaciones de ascendencia asiática, puede provocar una reacción de enrojecimiento facial, náuseas y taquicardia inmediata. Esta reacción incómoda es, de hecho, un factor protector, ya que disuade a la persona de seguir bebiendo.
- Dependencia del alcohol a largo plazo: Otras variaciones genéticas están asociadas con la probabilidad de desarrollar una dependencia al alcohol tras un consumo prolongado. Identificar esta vulnerabilidad ayuda a tomar medidas preventivas, especialmente en individuos con historial familiar.
Comprender el alcoholismo y la genética no significa resignarse, sino empoderarse. Si bien nuestro código genético puede dictar una mayor sensibilidad o vulnerabilidad al consumo, el entorno, el apoyo y las decisiones personales son los factores decisivos.
La ciencia nos da las herramientas para conocer nuestro riesgo individual. Utilizar este conocimiento, ya sea a través de una prueba de ADN o simplemente reconociendo nuestra herencia genética familiar, es el primer paso crucial hacia un cuidado proactivo de la salud mental y física, sentando un precedente positivo para las futuras generaciones.


